Esta leyenda nos cuenta como una cuadrilla de albañiles se encontraba trabajando en la rehabilitación de una casa en esta calle. Llegado un momento del mediodía se decidió hacer una pausa para tomar un bocadillo. Así los otros trabajadores fueron a comprar algo que comer en diferentes establecimientos del casco antiguo y en el piso sólo quedó una persona.
Cuando llevaba un rato en soledad comenzó a sentir a una persona que se acercaba, inicialmente pensó que sería uno de sus compañeros que habría llegado de la calle, al mirar se encontró con un señor mayor, de aspecto triste y melancólico. Al verlo el albañil le dijo: “Hola, buenos días, ¿cómo ha entrado usted aquí? Aquí no se puede entrar caballero”. Y aquel señor se dio la vuelta y se marchó lentamente.
El obrero se quedó intrigado y sorprendido, se levantó del lugar donde se comía su bocadillo y al llegar a la puerta notó que estaba cerrada, en ese momento regresaba un compañero al que le preguntó: “¿Quién era ese señor? ¿Lo habéis dejado entrar vosotros?” y el otro albañil respondió: “Nosotros dejamos esta puerta cerrada y no hemos visto a nadie bajar la escalera al subir”.
Pero al día siguiente volvió a tener el mismo encuentro con el mismo señor teniendo la certeza que la puerta estaba cerrada y que aquel señor era imposible que hubiera entrado en el piso en obras. El albañil sintió tal pánico que salió corriendo del inmueble y nunca más volvió.
Lo enmarco en la leyenda urbana pues pese a investigar y preguntar por la identidad de los trabajadores todos han escuchado hablar de esta historia y del hecho ocurrido a un amigo de un amigo pero nadie lo ubica o le pone nombre o cara, la pregunta obvia es:¿Leyenda o hecho verídico? Son las historias populares de Cádiz, algunas como esta entroncada en la leyenda urbana (como tal debe leerse) pese a saber, de buena tinta, que la calle Ancha si tiene historias del otro lado dignas de ser contadas, pero eso será ya en otro momento…
No hay comentarios:
Publicar un comentario